domingo, 18 de febrero de 2018

UN PARAÍSO ENTRE LOS PECES.

     Bucear en el lago que había junto a la casa a su lado, fue lo único que recuerdo bello y sosegado de mi vida. Te acostumbras pero no descansas. La vida en el límite devora el tiempo y el cerebro. Llega un momento en que el deseo de parar es mas fuerte que el de vivir.

— Sam, por nuestra amistad. — Me descalcé y me senté en la silla que me ofrecían— ¿Puedo pedirte un  favor?.

— ¿Si está en mi mano Jonny?

     Noté el agua fría sobre mis pies ya grises.

—  Si entras en la casa en el armario del porche hay unas gafas y una botella. La última vez la dejé sin oxígeno. Tu sabes como llenarla. 

— Vamos Jonny deja ahora eso.

— Solo quiero que me lo pongas. Quiero ver de nuevo el paisaje del fondo del lago.

Sam hizo un gesto de disconformidad mientras removía el barreño.

 — Por favor Sam me lo debes. Recuerda cuando eramos jóvenes. Nuestras juergas por los antros de Chicago. Cuando nos juramos amistad eterna.

     La presión en los dedos de los pies se hizo mas fuerte. Los tenía helados y me dolían. Sam se puso en pie con el rostro triste.

— Esta bien.  Dime una cosa Jonny, ¿Mereció la pena? ¿Por qué con la chica del jefe?

     Quedé pensando en el último año junto a ella. Estuve callado mientras Sam llenaba de oxigeno la botella de buceo. Mientras me la colocaba en la cara respondí:

- Si Sam. ¿Sabes? Creo que sentí eso del amor. Mereció la pena.

      Sam asintió y dejó la botella en mi regazo.

 —  Me alegro Jonny. El cemento ya está duro.Tienes media hora de oxígeno... ¡Oye! Tu sabes que esto no es personal. ¿Sin rencores?

— Lo sé Sam. Sin rencores.

— Adios Jonny, hasta pronto.

    Tomaron la silla entre dos y me arrojaron desde el muelle. Con mis pies aprisionados en aquel barreño lleno de cemento, caí rápidamente y quedé torcido en el fondo de roca. La paz y el silencio me rodeaban.

     Y entonces la vi de nuevo nadando desnuda delante de mi, entre el banco de peces plateados.

viernes, 16 de febrero de 2018

CIRCULOS

             




          - Con los pies a remojo mientras pescaban repetían día tras día las mismas historias. Yo era joven, los escuchaba y me reía de ellos...... De lo lento que hablaban......De sus pausas....... Cada mañana me compraban las lombrices, se sentaban aquí y repetían cansinamente sus cuentos de viejos....... Luego apareció  tu madre. Trabajaba en la residencia. Ella los traía y cuidaba de ellos junto al río.

              Mientras me contaba esto, mi abuelo se quedó mirando al horizonte con la vista perdida. De nuevo me confundía con mi padre. Siempre que venía a visitarlo lo hacía. Sonreí, puse mi mano sobre la suya tan arrugada y le levanté la caña. Besé su mejilla de piel de cebolla y él me miró con los ojos lacrimosos.  Ahora me contaría lo del pez.

... ...


               - ¿Sabes?...... Hoy no pican, pero una vez pesqué aquí el barbo más grande de la comarca.