Han
llegado las seis de la tarde.
Apago
mi ordenador, me quito la corbata, me pongo mi pendiente y me despido de los
compañeros que se quedan en el puesto de trabajo.
La
semana pasada María, la secretaria del director, me dijo que se esperaba más de
mi y que la prorroga de mi contrato en prácticas que se termina dentro de dos
meses está siendo cuestionada.
Creo
que eso nos lo han dicho a todos, porque Antonio y Pedro que entraron en mi
promoción, ya no vienen conmigo en el metro hacia el barrio.
Me
dan envidia, ellos tienen todo el tiempo para dedicarlo a su profesión y parece que les
gusta, Pero yo no puedo quedarme. Yo no tengo esa disponibilidad. Tengo otras
obligaciones. Por la tarde tengo que jugar al fútbol con mis amigos y tocar con
mi grupo de música.
La
verdad es que me gustaría dedicarle más tiempo al trabajo, pero tengo miedo de
perder mi puesto de titular en el equipo y en mi banda de rock and roll.
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