“¡Cuánta fuerza y qué poca
puntería!"
El acerado e imponente cuerpo
desnudo de Sulimán, brillaba en la noche del desierto a la luz de las antorchas.
Mientras ponía todo el peso
de su torso sobre la madera del arco, aquellas palabras de la sultana madre retumbaban
en su cabeza. Finalmente, con su diestra terminó de engarzar la cuerda en la
muesca de aquel arma, que solo él era capaz de tensar.
Montó una flecha. Apuntó
cuidadosamente y soltó la mano. Tomo otra y repitió la operación. Y así una
tercera vez.
Respiró y miró la diana que,
como siempre, tenía las tres flechas en su centro exacto.
Entregó el arco al eunuco que
lo acompañaba y cabizbajo se dirigió a la alcoba del harén, en un nuevo intento
de engendrar al heredero que su madre le requería.
Presentado al Concurso Relatos Encadenados cadena SER.
Frase de comienzo: CUANTA FUERZA Y QUE POCA PUNTERÍA.
Fecha: 17/09/2015
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