De repente te veo inalcanzable,
como una luna dibujada en el río.
Contoneándote graciosa y más coqueta que nunca.
Mostrando tus encantos de sirena y tu risa húmeda,
como el canto de la corriente de mayo del Moros,
entre las ramas de los fresnos y gardaberas.
Y tu risa se me clava en el pecho como un anzuelo
Metálico. Brillante y agudo del que no puedo huir.
Pero ya no puedo tenerte.
Y reniego de tu tacto, aunque no puedo evitar mirarte
desde la orilla.
Mientras bailas flotando en el aire fresco de esta noche de
verano,
y te haces cómplice de mi borrachera de ginebra y canciones,
donde el escozor de mi alma se oculta entre vértigos y
empujones,
hombros de amigos y esas malditas canciones que siempre te
traen a mi.
Aunque tu no lo sabes.
Precioso poema cargado de lirismo. Las imágenes empleadas son directas y eficaces y trasmiten adecuadamente la emoción. El remate en verso aparte deja una sensación rotunda de conclusión. No hace falta decir más. Enhorabuena. Me enteraré de cómo se llaman en mi pueblo lo que en el tuyo llamáis gardaberas.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Adrián.
ResponderEliminarRespecto a las gardaberas, he buscado por internet y la definición encontrada no coincide con la planta a la que denominamos así en mi pueblo.
Haré una foto y la colgaré cuando tenga ocasión.
Pues mándamela que soy aficionado a los árboles.
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