"¿Qué será lo que le ponía su
madre?". Aquel novato de Acnur, miraba a un niño desnudo sobre la mesa. A
su madre la enterraron por el camino, en algún lugar de Grecia, cuando ya se
pensaba a salvo tras cruzar el Egeo. En Europa, donde la gente es compasiva y
bondadosa.
Y el bebé
quedó dentro de aquel cajón que hacía de cuna, hasta llegar al campo de
refugiados. Y luego otro día entero hasta que empezó a oler en el carro de los
equipajes.
- ¿Nadie lo oyó llorar? -
Pero en Idomeni los llantos son como el viento sobre las hojas en un bosque. Un
ruido de fondo que nadie escucha.
Fue la
novatada. Con lágrimas en los ojos, inquirió a su jefe. - Vamos, no podemos
enterrarlo desnudo.
- No te
preocupes chico. Ya hemos avisado. - Aparecieron dos policías con guantes y
mascarillas. Sin mediar palabra metieron el cuerpo y las ropas en una bolsa
negra y salieron de la tienda tranquilamente. Hacía tiempo que por allí ya no
iban periodistas.
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