jueves, 30 de abril de 2015

Recuerdo a Esperanza

Vestida de gris ceniza,
en el quicio de su puerta 
la pequeña "Esperancilla"
vigila la carretera.
Con noventa años a cuestas
y en esas tardes de estío,
deja que pasen las penas
viendo paseantes hacia el río.
Saludo con la cabeza.
Ella... levanta su brazo
y me dice por las buenas
a la que paso a su lado:
- Tu eres el mayor de Paco,
el de Pepe y de Vicenta.
Se te nota andar de Manso
y su sangre en tu silueta.
- ¡Te veo muy bien Esperanza!.
por ti no pasan los años
- ¡Majo! el tiempo nunca para.
La vejez nos sale al paso.
- ¡Pues memoria no te falta!
Cuando yo era un crío ¿recuerdas?,
jugábamos en la plaza,
de noche, justo en tu puerta.
- ¡A las tantas!, ¡Que bulla había!.
Y no eran horas aquellas.
Cuantas veces salió Tobías
a echaros la reprimenda.
Que en Agosto, en aquellos días
aun había tarea en las eras.
Se trillaba si el sol salía,
en domingo... o en lo que fuera.
...
Y callado y sonriente,
asiento resignado...
...
Pero detrás a mi espalda
se ve caminar más gente.
Me aparta con la mirada
y queda pensando, ausente.
Y agarrada a su cortina
sigo el camino, y la dejo:
- Hasta luego Esperancilla.
- Adiós majo. Da recuerdos.
Camino y pienso en la vejez
mientras veo como corre el río
Pienso que a mis cincuenta y tres
ya uso una gorra por el frío.
Que en los críos saco a sus padres.
Y me gusta que pase el tiempo,
en el soto o en los pinares
escribiendo mis recuerdos.



(Los comentarios y críticas son siempre agradecidos)

jueves, 23 de abril de 2015

RENUNCIO

Hoy 17 de Abril de 2015, a las 2:30 de la madrugada, he decidido finalmente que no puedo ser cristiano.

Ya lo dejé una vez a los 15.

Bueno realmente no lo dejé porque no lo fui nunca. Nunca entendí lo que significaba ser cristiano, Pero iba a misa y demás ritos, porque en aquella época era lo que había que hacer. Y hasta esa edad mis padres consiguieron que les obedeciera.

Luego me reenganche cuando llegué al "uso de razón". Tengo que decir, que yo no tuve uso de razón hasta los 30 más o menos. Pero lo de mi uso de razón es otra historia que quizás os cuente en otra ocasión.

Como decía, sobre los 30 me reenganché. No porque creyera o tuviese fe en que Jesús era el hijo de Dios y todo eso. Lo mío era más..."razonable" podríamos decir.

En aquel momento, me dio por pensar en la vida, en su sentido y en la posibilidad de que hubiera algo más que lo puramente material. En fin, me dio por elegir unas normas éticas básicas en las que basar mi vida. Y leyendo el libro principal de lo que habían sido mis raíces es esas cuestiones, es decir El Nuevo Testamento, me pareció un buen punto de partida.

Como la mayoría de los que circulan por el mundo, el volumen que cayó en mis manos ya estaba adaptado a los criterios de la iglesia actual, pero era fácil extraer la esencia de lo que alguien como un tal "Jesús" quiso decirnos. Da igual que fuese un personaje de novela o que existiera o no.

Como comprenderéis, si la existencia de Jesús no la consideraba relevante, lo que predicaban curas, obispos y demás prebostes mucho menos. Lo realmente importante era el espíritu de lo escrito en ese libro.

El caso es que hoy... Mejor dicho hace dos días, el día 14 de Abril ocurrió algo que me ha hecho darme cuenta que me he hecho mayor. Y con ello hipócrita. Perdón, no quiero decir que mayor e hipócrita sean sinónimos. Solo digo que es mi caso.

Me he dado cuenta, como digo, de que cuando algo importante o radical, me pone frente a una disyuntiva ética, entre mi seguridad (y diría más, mi seguridad económica), y  esa norma básica de amor a todos los hombres, miro hacia otro lado. Directamente la ignoro para no enfrentarme a ella. Lo cual es lo mismo que tomar partido por ese materialismo que me hará intentar pasar por el ojo de una aguja.

Antes de explicarme, quiero avisar. Para aquellos que estén en mi misma situación y quieran abandonar la lectura: voy a hablar sobre esos miserables que viene a Europa buscando una vida mejor desde África y sitios similares.

El día 14 de Abril como cualquier otro día, al acostarme, leí en la pantalla de mi móvil una noticia casi escondida. Tan escondida, que solo aparecía una reseña en uno de los tres periódicos que leo. Incluso en ese periódico, estaba detrás de la información del partido Real Madrid contra el Atlético: "Cuatrocientos inmigrantes subsaharianos pueden haber perdido la vida al hundirse su patera".

Da igual que fuera en Italia.

Sinceramente no sé por qué me pareció tan terrible. Nunca me había pasado. Al día siguiente busco noticias sobre el tema, esperando encontrar algo en las primeras páginas: Nada. Solo en las páginas de internacional encuentro alguna cosa. Pero no veo: si se está haciendo algo, qué pasó, fotos de la búsqueda, localización de cajas negras (sí, ya sé que una patera no tiene cajas negras, pero a buen entendedor....).

Y entonces choco con esto:
"......... nuevas tragedias en el canal de Sicilia y miles y miles de prófugos que buscan llegar a las costas italianas. Casi 7.000 lo hicieron en los últimos cuatro días. Quinientos han muerto en los primeros cien días del año, diez solo el lunes, jornada en la que fueron rescatadas 1.358 personas...."

E inconscientemente pienso:

"Joder, es que son muchos los que vienen. No podemos atender a todos en Europa".
Inmediatamente mi conciencia, enciende una luz roja y suena una alarma mental: "...piiiiiip...piiiiiip.....piiiiip : Eso no lo puedes pensar según tu código ético".
Y entonces cambio de noticia, y me olvido. Para los informáticos como yo: "me reseteo".
....

Pero ahora son las 3 de la madrugada, y es la hora de escribir. Y escribiendo me enfrento a mis miserias sin ninguna censura.

Y recuerdo una de mis frases favoritas del nuevo testamento:
"...No estéis preocupados por lo que habéis de comer o beber para vivir, ni por la ropa con que habéis de cubrir vuestro cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? 
   Mirad las aves que vuelan por el cielo: ni siembran ni siegan ni almacenan en graneros la cosecha; sin embargo, vuestro Padre que está en el cielo les da de comer. Pues bien, ¿acaso no valéis vosotros más que las aves?  Y de todos modos, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora?"

Hace algunos años, antes de hacerme mayor, pensaba que las fronteras debían desaparecer, sin preocuparme de mis ropas ni mi comida.

Tristemente, hoy he de aceptar que he capitulado. Decididamente, tengo miedo de perder la comodidad de la que disfrutamos en este primer mundo.

Menos mal que como decía el gran Groucho "Si estos principios no gustan, no hay problema tengo otros".


(Los comentarios y críticas son siempre agradecidos)

PESADILLA.

Madrid, 20 de octubre de 2014.
Taller: Tema Relato corto sobre un suceso extraño que nos haya ocurrido.

Recuerdo la noche del viernes 31 de Octubre de 1981. Lo recuerdo porque al día siguiente como todos los años en la festividad de todos los santos, íbamos a ir al pueblo toda la familia.

Mis padres y mis dos hermanos, vivían en la casa paterna, pero yo hacía unos meses que me  había independizado. Cuando comencé a trabajar, me compré un piso en Carabanchel. Justo entre la cárcel y el cementerio, y aunque solo tenía una cama, una mesilla, un sofá y una televisión, me fui a vivir allí a mis 20 años.

No voy a decir que no tenía cierto miedo. Como la casa estaba vacía y sin muebles, el eco de cualquier crujido nocturno se amplificaba, así que para darme un poco de tranquilidad, guardaba un enorme cuchillo bajo el colchón de la cama.

Pues sí, recuerdo aquella noche perfectamente. Como todos los viernes, había salido de copas con mis amigos. Y la verdad, fue de las pocas noches que tuve cierto éxito con las chicas. Me había enrollado con una y hasta nos besamos y nos pasamos nuestros teléfonos. La acompañé a casa, ella tenía que estar como muy tarde a las 12, y regresé con mis amigos con los que me tomé una última copa.

Serían las 4 de la madrugada cuando llegué. Estaba mareado y ni siquiera me lavé los dientes. Fui derecho desde la puerta al dormitorio, sin pasar por ninguna otra estancia de la casa. No encendí ni la luz. Como no tenía cortinas el brillo de las farolas exteriores, aunque tenue, me permitía ver la cama que era lo único que buscaba. Me desnudé y me dormí profundamente.

 No sé cuanto tiempo pasó. Yo estaba tumbado boca arriba y me despertó una sensación de que algo tocaba mi cara suavemente. Quise abrir los ojos, pero me fue imposible. Noté claramente dos manos. Si, dos manos estaban palpando mi cuerpo y mi cara desde el pecho hasta la frente. Era como si alguien ciego estuviese tras el cabecero de mi cama, y desde allí recorriera cada resquicio de mi cara con las yemas de sus dedos para conocer mis facciones. Sin embargo esto no podía ser, ya que la cama estaba pegada a la pared.

Quería gritar, pero tampoco lo conseguía. Era una sensación angustiosa. Abría la boca y lo intentaba, pero los gritos se ahogaran hacia dentro de mi garganta en lugar de salir al exterior.

De improviso una fuerza incontrolable, levantó mis piernas hacia arriba. Rectas, sin doblar las rodillas se elevaban juntas desde la cadera, hasta casi ponerse perpendiculares al tronco. Podía notar el peso de la manta sobre los dedos de mis pies, y una presión en los tobillos como si tuviera una cuerda atada que tiraba hacia arriba.

Entonces supe lo que ocurría. Estaba soñando.  Debía despertarme y todo se esfumaría.

Alargué el brazo hasta el interruptor de la lámpara de la mesilla y encendí la luz. Para sorpresa mía, pude ver claramente, como los dos brazos que tenía sobre la cara, eran absorbidos por la pared. Mis piernas cayeron de golpe sobre la cama y me permitieron ver una sombra que se escabullía desde mi habitación hacia el pasillo.

Por Dios, no estaba soñando. Lo que estaba percibiendo era cierto y además había alguien en casa.

Mi corazón palpitaba como loco. Rápidamente busqué el cuchillo y lo agarré con fuerza pero sin atreverme a salir de la cama. El viento de noviembre, soplaba tras la ventana, y a mí me parecía oír algo como susurros en el salón.

Me levanté intentando no hacer ruido. Apague la luz para que la sombra no me delatara, y con la leve luz que entraba por las ventanas, me dispuse a revisar todas las habitaciones de la casa.
Salí al pasillo y me dirigí directamente al salón, donde oía una especie de letanía.

En medio del esa estancia, mirando hacia la terraza y de espaldas al pasillo por donde yo caminaba descalzo, había una persona vestida con una especie de túnica blanca con capucha. Avancé hacia ella, cauteloso con la respiración contenida, y sin pensarlo le agarré de la cabeza con un brazo y rebané su cuello con el cuchillo. Era un cuchillo de sierra de cortar pan y pude notar como cada diente de la sierra restañaba al rasgar su traquea "....RRRRRRRR....".

En ese momento, me di cuenta de que eso no podía estar ocurriendo. El cuchillo que yo tenía bajo el colchón no era de sierra, sino más bien de carnicero. Había soñado que me había despertado, pero no lo hice y la pesadilla continuaba.

Tengo que despertarme, tengo que despertarme......Me concentré todo lo que pude en la tarea de despertarme. Me pegué bofetadas y efectivamente no me dolían, lo cual confirmaba mi estado. Pero no conseguía salir del sueño.

Tuve una idea, ya que no conseguía despertarme, tomaría el control de aquella historia. Regresaría a la habitación y allí estaría esperándome una chica estupenda y vestida con una lencería atrevida.

Abrí la puerta y allí estaba, sonriendo con un camisón que mostraba su goloso cuerpo. Le quise decir algo, pero en ese momento abrí los ojos y apareció la oscuridad, que poco a poco dejó ver el techo de mi habitación a la luz que entraba por la ventana. Efectivamente, desperté.

Está visto que si en este mundo no hay justicia, en el de los sueños tampoco.

Me levanté, hice un pis, bajé las persianas y me dormí hasta que llamara mi madre para ir al pueblo.

Se me olvidaba, también dí un par de golpes con los nudillos a la pared sobre mi cama para comprobar su solidez.


(Los comentarios y críticas son siempre agradecidos)